La generación que se nos viene…
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Rafael Mies
Una de las grandes incógnitas de esta segunda vuelta electoral está referida a la gran cantidad de personas que no fueron a votar. ¿Quiénes son? La respuesta no es fácil. El voto voluntario esconde mucha información respecto del electorado y las razones de su ausentismo el día de las elecciones.
Sin embargo, lo que sí sabemos es que una gran parte de esos electores pertenecen a la llamada “Generación Y”, la misma que cada vez está causando más trastornos en las empresas y poniendo a prueba la creatividad de las áreas de recursos humanos.
Lo que también resulta claro es que en unos pocos años más seremos testigos de que los “Y”, es decir los nacidos entre 1980 y el 2000, no solo serán la masa electoral más importante del país sino que representarán sobre el 75% de nuestra fuerza laboral.
Este hecho hace valioso detenerse un momento y tratar de entender qué piensan, quieren y sueñan estos jóvenes.
Revisando las conclusiones de una investigación realizada hace muy poco en nuestra universidad aparecen algunos resultados interesantes de analizar.
Uno de los principales es respecto de aquello que los motiva. Las preferencias prioritarias de la generación “Y” no están en la retribución económica o en la estabilidad laboral. Si bien ambos fueron el principal motivador en la generación X, es decir los nacidos entre el año 65 y el 80, para las nuevas generaciones es la contribución, el aprendizaje y la utilidad práctica de lo que se hacen aquello que realmente los motiva.
Si bien a esta generación se la ha tachado de dispersa, e incapaz de comprometerse con el trabajo, el estudio consistentemente muestra exactamente lo contrario. En general son capaces de concentrase y comprometerse, e incluso ir bastante más allá de sus compromisos contractuales siempre y cuando el trabajo les parezca entretenido y útil.
Se equivocan, por tanto, aquellos que piensan que estos jóvenes no están dispuestos a entregar tiempo al trabajo. Por el contrario, el estudio muestra como el trabajo, en la medida que es percibido como valioso, genera una buena disposición a que ellos les dediquen todo el tiempo necesario. No es al trabajo a lo que los jóvenes le temen, ni a dedicar muchas horas a él. A lo que realmente le temen es a perder el tiempo en un trabajo que no les aporte.
Si de motivación y retención de talentos se trata, el estudio es categórico: el mayor mal para ellos y la principal causa para dejar la empresa es que se “aburren” y claramente este es un tremendo desafío para las empresas que tendrán a estos perfiles en sus filas.
Por ello, vemos que estas noticias representan una buena oportunidad para repensar políticas de contratación, motivación y desarrollo de carrera. La sociedad está cambiando y las nuevas generaciones ya están acá y requieren desafíos concretos, pero con sentido. Un sentido práctico, desafiante y a la vez alcanzable.
No salir a votar o no tener deseos de trabajar no es la condición natural de la generación “Y”. Más parece una respuesta a desafíos o programas carentes de un mayor sentido para ellos.